Educación en Angola

El voluntariado de Spínola Solidaria se centra y se basa en la educación, porque creen y apuestan por ella como la puerta para llegar a un cambio real en el mundo futuro.

El primer día de “escola” los nervios los tenían los niños, que llegaban con sus mejores galas, su material formado por cuaderno y lápiz, y si acaso un bolígrafo, y sus zapatos sin una mota de polvo; pero también nosotros estábamos nerviosos. Algunos no habíamos dado clase nunca, otros sí, pero aquí tendríamos que adaptarnos a edades y niveles diferentes a los trabajados en España, o incluso trabajar junto a otros profesionales que tienen una idea de educación diferente a la nuestra debido al contexto en el que viven y se han formado.

A todo esto se sumaba, en el primer día, la inseguridad de explicar en un idioma que tan solo chapurreábamos, y que siempre comenzaba con un “Bom día, ¿tudo bem?”, y en ocasiones la conversación quedaba ahí por no saber continuar. Ese primer día comenzamos a comprender la importancia de muchas de las cosas que conforman la educación y del trabajo con los niños, especialmente una de ellas: la vocación educativa.
Comenzamos de la mano de “irmã” (hermana) Ángela rezando y cantando juntos una oración que nos sorprendió, gustó y emocionó a partes iguales. Sentimos la importancia que dan a iniciar la jornada poniendo el día en manos del Señor, agradeciendo el nuevo día, la existencia de nuestras familias, nuestros profesores; recordando la importancia de cuidar nuestra escuela y a nuestros colegas, y pidiendo tener un buen corazón que perdone y busque la paz. Todo esto, siempre acompañado de un rato personal para hablar de corazón a corazón y agradecer lo que cada uno necesite. Poco a poco los alumnos se han ido sintiendo cómodos y han querido decir en voz alta aquello que ellos agradecen, sorprendiéndonos cada día con algunas de sus intervenciones.

Las clases se dividen en un turno de mañana y otro de tarde (que termina a las 15h) con tres aulas en cada turno: PRE (primer, y único curso de la etapa de infantil), 1ª y 2ª clase (equivalente a nuestro primer ciclo de primaria) y 3ª y 4ª clase (nuestro segundo ciclo de primaria).
Marta sería la encargada de trabajar, en un primer momento, con los mayores de 3ª y 4ª y Luis con 1ª y 2ª; aunque después veríamos más útil y efectivo repartir las asignaturas teniendo Marta, lengua portuguesa y Luis, matemáticas. María se centraría en PRE y Andrea combinaría su trabajo en el puesto de salud con el refuerzo en todas las clases.
Tras la primera jornada, pusimos en común nuestras inseguridades, pensamientos y reflexiones. Hablamos de las diferencias encontradas respecto a España en diferentes aspectos educativos.

Nos sorprendió que la única metodología empleada se basara en la copia de la pizarra, al mismo tiempo que haciendo silencio y manteniendo la calma en la sala (la clase). Nos sorprendió principalmente porque todo aquello que no estuviera en el cuadro (la pizarra), no se escribía en el cuaderno. Fuimos conscientes de ello tras unos días llenos de frustraciones varias en las que cualquier ejemplo sólo era copiado si estaba previamente escrito en el cuadro. También entendimos que las explicaciones no podían acompañarse de escribir ejemplos en la pizarra, porque si no la escucha de la explicación cesaba, pasando a existir únicamente la copia o dibujo de la explicación, pero sin darle un significado o un sentido a lo que copiaban.

Esto nos cuestionó entonces sobre cómo se desarrollaban la imaginación, creatividad y razonamiento de los alumnos desde la escuela. Preguntamos a algunos de los profesionales que trabajan en la escola y a las hermanas, y llegamos a la conclusión de que toda actividad que se salga de lo que se ha venido haciendo desde antes, a las familias, e incluso a los profesionales, les genera incertidumbre, ¿acaso no funciona lo que se ha venido haciendo?
Les cuesta contemplar, también a algunas familias, todo lo que no implique escribir fecha, tema y sub-tema, es decir, que no quede algo del día plasmado en el cuaderno. Para aceptar nuevas metodologías y acoger otros métodos de enseñanza, los profesionales necesitan comprobar antes la efectividad de los métodos aplicados, y normalmente quieren que los resultados aparezcan en un breve período de tiempo, lo cual en educación no suele ocurrir; pues muchas veces los resultados aparecen con el paso de los meses.

Otro aspecto que nos sorprendió era la disciplina que se aplica en la escola, una disciplina que nos ha chocado por no haber vivido ninguno de nosotros ese tiempo en el que el respeto al profesor se mostraba levantándose a su entrada y saludando todos juntos a coro. Para los voluntarios que trabajamos en el mundo educativo, nos cuesta adaptarnos a una forma de entender la educación en la que, por lo general, no está implantado el refuerzo positivo para ayudar a los alumnos a mantener la motivación y las ganas de aprender y de esta forma mejorarse a sí mismos. El acompañamiento de los alumnos en su proceso evolutivo, por parte del educador, no lo consideran un aspecto esencial para el desarrollo integral del alumno; aunque las hermanas, en este aspecto, y el anteriormente citado, continúan formando a su profesorado para que, poco a poco, y desde el respeto tanto hacia ellos, como hacia su cultura, puedan crear juntos un cambio en la educación angoleña.
A pesar de que la gran mayoría de los profesionales trabajan de la misma forma en la que trabajaron sus profesores con ellos cuando eran pequeños, también hay profesionales, en su mayoría jóvenes, que están abiertos, receptivos y deseosos de aprender nuevas formas de educación, conocer qué se hace en otros lugares y tratar de adaptar esos métodos al contexto social y cultural de su país. Es bueno saber que hay personas que quieren ir más allá del “esto se ha venido haciendo toda la vida y tan mal no ha ido”.

Cuando llegamos aquí, los jóvenes, nos pidieron si podríamos dedicarles un tiempo para enseñarles nuestro idioma. Ellos querían aprender español, pero también querían aprender a tocar la guitarra, aquí conocida como “viola”. Ellos pidieron, y nosotros no podíamos decir que no, porque al final de eso se trata un voluntariado también, ¿no?; de intercambiar culturas, idiomas, costumbres y conocer al prójimo como persona y regalo de Dios que es. Podemos decir que alucinamos con el aprendizaje tan rápido y efectivo que tuvieron en ambas disciplinas. Marta se encargó de la clase de español y en sus palabras, las clases de español “han sido un regalo tan solo por sus ganas de aprender. Ha sido gratificante mantener con ellos una conversación en español. Me siento agradecida por la oportunidad, y de haber vivido con ellos de primera mano su entusiasmo”. El profesor encargado de guitarra no podía ser otro que Luis: “en las clases he podido ver una gran y veloz evolución. Ha sido interesante trabajar con 3 guitarras siendo 10 alumnos, y haber tenido que ingeniároslas, por ejemplo, con la forma para que ellos practicaran con sus manos cuando no les tocaba practicar con la guitarra que iba rotando de mano en mano”.
Hoy tras dar por finalizadas estas clases, nos quedamos con un nudo en la garganta, sabiendo que todo lo aprendido quedará ahí, pero no sabemos cómo evolucionará, ni si lo hará, pues ellos no tienen acceso a una guitarra.

Desde el principio, en la escola, hemos trabajado con aquellos alumnos que necesitan una ayuda porque el próximo curso pasan al siguiente nivel con dificultades o porque repetirán clase. Las explicações nos han mostrado las complicaciones que tienen principalmente para el aprendizaje de la lectoescritura, careciendo, para ellos mismos, de sentido las grafías que copian de la pizarra. Hemos podido vivir y sentir de su mano, la necesidad de escucha y de juego, pues no dejan de ser niños, y son iguales al resto de niños presentes en todo el mundo. Niños que adoran jugar y que tanto les privamos de ello en el día a día. Nosotros mismos estamos volviendo a nuestra propia infancia jugando a juegos que hacía años que no jugábamos: escondite inglés, “pedra-papel-tisora”, el pañuelo, “toma-tomate”, juegos de palmas, etc., pero también volvemos a nuestra infancia por su inocencia, su ilusión y sus ganas de aprender que nos muestran cada día en su despedida: “Até amanhã”, dejando claro que mañana volverán.

En estas semanas, nos hemos encontrado con niños con minusvalías motoras que no les impiden correr, jugar y hacerse un lugar; niños que a pesar de no callar en casa, en la escuela se buscan las mañas para no pronunciar palabra; niños que necesitan llamar la atención, o que necesitan un abrazo. Hemos podido ver como cada día los niños venían cada vez más contentos a la escuela queriendo averiguar qué aprenderían, pero mejor aún: a qué jugarían en el intervalo (el recreo). Y si alguno de nosotros faltaba, rápidamente les preguntaban al resto y, de alguna forma, te hacían saber que te habían extrañado ese día. Ver sus caras de alegría; ver que algunos llegaban hasta 2 horas antes de comenzar las clases es algo que nos ha ido llenando el corazón día a día.

Hemos podido observar las dificultades que hay en las escuelas para la inclusión de alumnos con necesidades educativas especiales; para esto, el sistema educativo, no tiene todavía grandes soluciones, aunque comienzan a formar a su profesorado. Nosotros mismos presenciamos una formación en la Escola Santa Teresa, y les costaba, como es normal cuando nunca lo has hecho, ver de qué forma el profesor se iba a multiplicar en la clase, para poder dar respuesta a todos los alumnos y evitar que nadie se quede atrás. Nos falta añadir un pequeño apunte, las ratios de las aulas están en torno a unos 35 alumnos por sala. Las hermanas de la congregación, se ven en una encrucijada, pues no todos los alumnos que quieren plaza, pueden tenerla. Pero al final ellas apuestan por una educación de calidad y lo más individualizada posible, una vez más, teniendo en cuenta la cultura y la sociedad del país. Ellas prefieren no aumentar ratios, a pesar de las opiniones, para ver de qué forma ayudar a todos sus alumnos, y que no sea una lucha en la que salen vencedores aquellos alumnos que no presentan dificultades de ningún tipo.

Trabajando en la escuela hemos recordado aquello que nos decían en la formación acerca de no plantearnos objetivos antes de una clase, es decir, no proponerte el objetivo de que ese día los niños aprendan a sumar porque puede que ese día terminen entendiéndolo, pero al día siguiente, muy posiblemente lo hayan olvidado. Aún así, inconscientemente, nosotros fuimos con nuestros objetivos de forma diaria. Nos preparábamos las clases y el trabajo que se iba a realizar al día siguiente. Pero la realidad era que esa mañana te dabas cuenta que no recordaban algunos números, entonces, ¿cómo íbamos a aprender a sumar ese día?

Al final de todos los días, nosotros cuatro, hemos aunado fuerzas, preguntándonos sobre ideas metodológicas para explicar un concepto, o juegos que pudieran atraerles, poníamos en común qué nos había funcionado y qué no, y entonces ya no sólo era un aprendizaje de ensayo y error propio, si no que, también, hemos aprendido de los errores y aciertos de cada uno de los cuatro. Al fin y al cabo, a nosotros lo que nos ha importado ha sido dar un servicio, volcándonos en cada uno de los alumnos que venían, llegaran a la hora que llegaran, haciéndoles sentirse queridos; y podemos decir que nuestro objetivo está cumplido: los niños han venido felices a la escuela y las familias han agradecido el trabajo realizado con los pequeños. Pero también hemos contado con la inestimable ayuda de las hermanas.

De la misma forma que ocurre con otros aspectos en Angola, la corrupción también está presente en la educación, sobre todo en la de los jóvenes a partir de los 16-17 años, que buscan hacerse un hueco en el mundo. Hablando con un joven Spínola, supimos que para poder continuar sus estudios necesitas tener dinero y también un contacto que te abra las puertas. Unas puertas que para otros estarán cerradas siempre. En general, los jóvenes quieren salir de Angola para estudiar fuera del país, y también para tener opciones de conseguir un trabajo, ya que los sueldos aquí tampoco permiten vivir cómodamente, por ello ven más oportunidades en otros lugares como por ejemplo Portugal.

Mañana acaban nuestras clases con los alumnos, y podemos decir que nos llevamos mucho de cada uno de ellos. Hemos aprendido a ser flexibles, a relativizar, a comprender; y nos hemos adentrado de lleno en una vida que, en verdad, como nos dijo irmã Ángela un día: “esta es la vida real”.

La escola que dirigen y gestionan la Esclavas del Divino Corazón en pleno barrio de Palanca, es un lugar seguro, tranquilo y cuidado para sus alumnos, tanto pequeños como jóvenes. Rara es la tarde que no llaman a la puerta los jóvenes Spínola para pedir el balón, o que aparecen por la cancha para jugar, charlar y reunirse. Las hermanas han creado un lugar en el que desean poder cambiar la frase que nos dijo uno de los jóvenes: “lo que para ti es una realidad, para mí solo es un sueño”. Cambiar esas palabras para permitirles soñar, lejos y a lo grande con un mundo mejor.

Una voluntaria en Angola 2022