¿Qué has visto?

Luanda, 29 de abril de 2013

“¿Qué has visto?”, pregunta Elisa. “¿Qué has visto por ahí con irmã Bea?”. Y ciertamente tiene un mucho de aventura conducir por Luanda.

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-Pues he visto charcos de un precioso verde iridiscente. Desconocía la contradictoria belleza de las aguas fecales. Los vecinos aprovechan la lluvia para vaciar sus fosas. En la confusión del torrente de agua se sacuden sus desechos… compartiéndolos con todo el barrio. Llueve todas las semanas. Aunque enfermizo, es más barato que contratar un camión para vaciar los depósitos. El civismo es caro; barata la indignidad.

-He visto enjambres de mosquitos haciendo vibrar el agua de esos charcos. Una nube trémula casi a ras del suelo. Turba de enfermedad que voló en mi cabeza hasta el titular del informativo de anoche de la TPA: “Hasta 500 nuevos casos de malaria a la semana en la provincia de Uíge”.

-He visto colchones y sábanas ennegrecidas en una acera. Pertenecen a los familiares de los ingresados en el edificio, sucio y viejo, de enfrente: es el hospital de quemados. No el de Luanda, sino el de toda Angola. Es el único del país. Esposas, hijos y padres duermen a la intemperie, a la altura de las ruedas y los tubos de escape. Surcados por los orines de una jornada. Y de otra. Y de otra más. En una sala de espera al aire libre. Normalizada.

???????????????????????????????-He visto piernas de mujeres esculturales de un tono diferente, más claro, al del resto de su cuerpo. Pantorrillas esbeltas, como lijadas por una goma de borrar su raza. “Lo hacen sobre todo las congoleñas, -explicó Bea-, usan cremas para parecer más blancas-“.

-He visto a una niña llorar aterrorizada al descubrirme al otro lado del cristal. En vano su madre la cogía, divertida, en brazos. “Cumplimenta a la irmã”, le decía. A sus escasos cinco años, nunca había visto a una mujer blanca en persona. A sus ojos, un ser cocido, a medio cocinar. Piel extraña.

-He visto obreros chinos definidos por su mirada turbia. Doblados por el bochorno. Entiendo que son esos a los que su Gobierno conmuta las penas de cárcel por trabajos en África. Presos exiliados en otro continente. Pagan sus delitos levantando aceras o factorías para beneficio de sus compatriotas…

P. G. Mahamud