VE A TU CASA Y CUÉNTALES QUE HA HECHO DIOS CONTIGO

IMG-20170719-WA0027Me piden que cuente qué está siendo esta experiencia y de primeras no sé expresar en palabras lo que por mi mente pasa.

Son tantas cosas las vividas en un día, y estos pasan tan rápido…

Me siento feliz, sí, escribo feliz y no muy bien o contenta. Siento esta experiencia como un regalo, vivo cada día como un regalo, el poder estar aquí y ahora. Un regalo las personas con las que estoy compartiendo esta experiencia, todas muy diferentes ( no elegidas y sin embargo, perfectas para mí), un regalo el poder ponernos como comunidad en presencia del Señor cada mañana. Un regalo el poder descubrir y saber que las cosas de Dios son así, sencillas, sin mucha parafernalia, que están en una mirada, en un juego, en un enfado, en un atardecer, en una señora, en las risas y bromas constantes entre nosotros.

Que aquí todo es una gratuidad constante, que basan su vida en ella, o como digo vulgarmente en el “porque sí”. Porque sí nos regalan pan, porque sí nos dan una merienda inesperada, porque sí te regalan una banana o un libro, porque sí nos hacen un postre…

Me siento muy mimada por Dios, las personas de la escuela, la gente, la comunidad, los niños, etc.

La realidad…

¡Cuántas preguntas recorren mi mente! ¿cómo se puede ser marginado de los marginados? ¿qué es bello? ¿a costa de qué o de quién veo belleza? ¿por qué el ser humano desde sus orígenes marca márgenes?

Toda esta realidad remueve, qué siento, estas personas forman parte de mi vida y de lo que hoy soy yo, los caminos que transito todos los días son caminos que me llevan a lo esencial, a lo humano, al origen, a lo profundo.

¡Cómo en la pobreza encuentro mi pobreza! Y me pregunto qué tengo, qué tienen, de qué me apropio…

ESTAR, ACOMPAÑAR, descubrir la belleza del ESTAR, lo más importante y esencial; lo que está pasando aquí y ahora.

Entre tantas preguntas y sinsentidos aparece la esperanza de que la última palabra no la tienen los hombres, ni las calles inundadas y con olores peculiares, ni las casas de chapas. Que se cuela la certeza de que Dios está con ellos y en ellos.

¡Cuánto me queda por aprender, cuánto me llevo!

Blanca Domínguez